Puente Avellaneda, Pueyrredón
Puente Alsina cambiado el nombre
en los mapas,
por el mismo zanjón del Riachuelo
Puente la Noria. Pasajes
al otro lado de la ciudad;
no son postales congeladas
mis idas y vueltas
sino pigmentos tornadizos
como la capa de asfalto
El paso capturado y la mirada
en la misma
agua grasosa que no absorbe
el desecho químico. Amargor
que queda flotando en la superficie
como en el cuerpo
lo inasimilable
***
Hay un pozo imantador
en este cruce
de puentes suburbanos
que en cada pasada
me desvía
hacia tiempos suspendidos
como hacia un carril
de detención
Petróleo muerto, desgastes
erosión obsesiva
que no ha logrado disolver
cierta hora de niebla temprana
y cielo opaco para llegar
al sitio de los comienzos
Más allá, del otro lado
el viento para en los oídos
y empieza la gravedad, la filigrana
de pequeños actos perecederos
y su trazo enmarañado
Pero aún sobre el puente, suspensa
puedo asir del trayecto
el goce a futuro
de la expectativa,
ese rocío ensoñado que fue
siempre a escondidas, una forma
instantánea de felicidad
Napas geológicas de la memoria
en la napa oscura del río, mezcla
donde no llegan grandes obras
de saneamiento
y ninguna partida es concluyente
Manchas de brea y plomo
paisaje quemado que tiembla
***
Sobre estas plataformas
el tiempo se desata:
cercano el ayer, el futuro
se toca
y el espacio-tiempo del puente
es un punto estallante de carga y descarga,
grúas en el puerto,
armado y desarmado
de la misma figura:
camino en el aire, rocío ensoñado
hábitat incandescente
Puentes hacia el sur
volver es aprender
a acercarse al obstáculo
***
Le digo a mi hija
que me gustaba viajar
en los escalones altos del tren
al lado de las puertas,
un día
que la línea electrificada no funciona
y subimos a un adicional
de vagones en ruinas
¿Es a vapor? pregunta
y la locomotora se convierte
en una ilustración de enciclopedia
Herrumbre de vigas inclinadas
cuarenta y cinco grados, remaches
en los puentecitos,
tallas ásperas del ferrocarril
sur. La voz de Manal
en los setenta interrumpiendo
el triste descampado;
algo me anuda
a mí
como una caricia
Alicia Genovese, Puentes, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 2000.
Obra visual: Eduardo Stupía.