martes, 23 de enero de 2024

¿Es cierto que estar distraído es no estar atento en absoluto?


Ph: Selene Morales


***

La atención no es (sólo) concentración o recogimiento en uno mismo; estar concentrado en uno mismo puede ser de hecho a veces la mejor manera de no poner atención y salirse de una situación.

En un aula, en una relación, en una revolución, hay que atender a una energía que está pasando "entre" nosotros. Sólo así podremos 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳 la situación que estamos viviendo. La atención es un tipo de sensibilidad 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘴𝘪𝘯𝘥𝘪𝘷𝘪𝘥𝘶𝘢𝘭.

La atención de uno interfiere con la de los otros, miramos y atendemos lo que los demás miran y atienden, cada situación es una trama compleja de vínculos y la atención es capacidad de percibir esa trama relacional, ese sistema de resonancias.

La menor de las conversaciones requiere activar esta atención convergente si no nos conformamos con que sea una mera sucesión de monólogos.

Nuestro mundo está compuesto mayoritariamente de situaciones "estupidizadoras" que nos sacan del partido: situaciones de representación donde delegamos en otros (medios de comunicación, políticos) nuestra capacidad de pensar y decidir; situaciones de mercado regidas por principios abstractos y homogéneos (rendimiento, lógica del beneficio); situaciones estandarizadas donde algoritmos desconocidos para nosotros organizan las posibilidades, los comportamientos, las elecciones.

Interrupción y deseo. En nuestra mano está la posibilidad de abrir situaciones de aprendizaje, de afecto y de lucha en las que volvernos juntos más inteligentes activando la atención a eso que pasa 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘯𝘰𝘴𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴.

Amador Fernández Savater,  Ausentarse: la crisis de la atención en las sociedades contemporáneas.


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Hay recursos naturales, como el petróleo, el carbón o el oro, que han tardado millones y millones de años en acumularse, y que extraemos en algunos decenios, los quemamos y consumimos. El extractivismo tiene que ver con esta falta de cuidado y preocupación por la capacidad de renovación de los recursos. En segundo lugar, hay también una falta de preocupación con respecto a las consecuencias lejanas de lo que se hace: quemo petróleo, cambio el clima, pero no me interesa, no pienso en ello, sigo haciendo lo mismo. Pues bien: ¿qué es lo que hacen Google, Facebook, Amazon? Lo mismo, ellos también hacen extractivismo, pero no sobre el petróleo, sino sobre nuestra atención. Utilizan recursos atencionales para extraer un beneficio y poco les importa si votamos a Bush, a Trump, si nos convertimos en fascistas, no es su problema. Son extractivistas: utilizan nuestros recursos, sin importarles si son o no renovables, y sin considerar las consecuencias desastrosas de esa utilización... La ecología de la atención, por lo tanto, quiere decir combatir el extractivismo en la utilización de los recursos naturales y en la explotación de nuestros recursos mentales, tratando de mirar de otra manera, prestando atención al background, al trasfondo, a lo que nos sostiene.


Contra la economía de la atención, por una ecología de la atención: conversación con Yves Citton.


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..., y si la percepción y experiencia del arte es también un tipo de creación, ¿se le puede dar forma a la atención como si fuera un ejercicio  artístico o una obra, de modo que pueda ser a su vez compartida? ¿Puede organizarse materialmente el comportamiento estético que mantenemos ante los objetos que nos rodean de forma que el arte sea no sólo un fin, sino un medio mismo? No percibir o conocer El Arte, sino percibir y conocer con arte. Las inercias de la dispersión y la improvisación dificultan esta tarea, ¿qué se supone debe hacerse ante una obra artística? Nada resulta más urgente hoy que el trabajo de dar forma, personal y colectiva, a una experiencia del mundo (no sólo del arte) que nos permita, mediante la escucha generosa, la conversación de proximidad y el despliegue de una atención profunda que no redunde en el aislamiento y la reclusión individualista, imaginar otra posibilidad de las cosas, del mundo y de lo que somos, así como encontrar las fuerzas que nos revitalizan y orientan hacia la viveza y la acción, en un momento tan crítico de nuestro historia sobre el planeta. 


Rafael Sánchez-Mateos Paniagua, Los juegos de la atención creadora (o el arte que somos)


Amador Fernández Savater - Oier Etxeberría (coords.), El eclipse de la atención, Ned Ediciones, España, 2023.

domingo, 21 de enero de 2024

Contemplación del silencio - Laura Cerrato

 



3

El alma no es viajera



El exilio:

¿es hacia afuera

o hacia adentro?


¿O acaso los desplazamientos

nos obliguen a veces

a replantear el signo 

de adentro y afuera?


Un adentro que es adentro

no renunciará a su vocación,

aunque nuestros sesgos errátiles

crean que nos trasladan de un lugar a otro.


Tal vez dejemos de lamentar

nuestros exilios ocasionales

cuando comprendamos

que no hay otra cosa que exilio


Afuera y adentro.


4


Toda lectura es leer de nuevo.


No importa que las palabras

lancen su desafío por primera vez

a nuestra ceguera.


Toda lectura es leer de nuevo

porque nuestra niebla

sólo admite la filtración luminosa

que abre sobre lo que ya conocemos.

Como el ciego

que ha mensurado cuidadosamente

los detalles más ínfimos

de su diario recorrido.


Por eso, en toda lectura

el asombro sólo puede consistir

en la constatación

de que los hitos se encuentran previsiblemente

donde ya sabíamos que debían estar.


5


                         Traduciendo a Beckett traduciéndose


Traducir de un idioma que no conozco

a otro que tal vez conozca.

¿Pero, acaso no estaré traduciendo

un idioma que no conozco

a otro que tampoco conozco?


O, tal vez, al traducir de un idioma que no conozco,

perfeccione el desconocimiento del mío.


Y podría ser que al traducir

un idioma que no conozco

a otro que tampoco conozco

llegue a conocer el primero.

O el segundo.


Y llegar a traducir de un idioma que no existe

podría constituir

nuestra única posibilidad de aprendizaje.


8


¿Cómo puede el vacío en la semilla

encontrar en la tierra

las huellas de antiguas desapariciones?

Y volver a ser.


Una ausencia en los terrones

alcanza, a través de las edades,

las reiteradas destrucciones de la especie

en su marcha invertida.


Algo así como encontrar en el pasado

la propia desaparición.


9


Leyendo a Silesius


Este es el lugar donde ya no hay lugar.

El sitio sin razón, la rosa sin preguntas.

El grito no es el grito y lo otro está en el uno.

La luz señala la falencia de los ojos.

No hay adentro ni afuera,

no hay vida ni muerte.


Todo es sin por qué, como la rosa.


25


Escribir con el lápiz  que escribe

sobre las señales

del lápiz que no escribe.


O escribir con el lápiz que no escribe

sobre las señales

del lápiz que escribe.


¿Cuál es el texto verdadero?

Tal vez solamente los espacios invisibles

entre lo que se escribe

y lo que no se escribe

puedan componer el texto definitivo.


O tal vez debamos encontrar un lápiz

que escriba y no escriba a la vez.


34


las esperas en aeropuertos

con nieblas y aviones demorados

me acercan más a ti

aunque el vuelo sea en sentido contrario


el súbito suspenso

en el medio de la nada

en el país del no tiempo

donde las lenguas se entrecruzan

(hasta parecerme que la gente habla

un secreto u olvidado código amoroso)

me desterritorializa de todo

y entonces giro en un torbellino invisible

del que tú eres el centro y lo rodeas

pero no entras


en este andar por las periferias

que me resulta lo más terrible

y maravilloso del amor

siempre cerca y nunca en:

porque ¿ quién podría realmente

estar dentro de sí mismo?


38


pensando en ella entre fuegos de artificio


miro el cielo encendido

mientras agoniza

entre nubes el estruendo


y me pregunto si allí donde ella está

mira el mismo cielo que yo miro

las mismas nubes y estrellas y luces de artificio


y me pregunto si mirar

no es crear el propio cielo

las propias luces y nubes y ruidos


y me digo entonces

que no existe el mismo cielo

para dos



Laura Cerrato, Contemplación del silencio, Libros de Tierra Firme, Bueno Aires, 1999.


Obra visual: Bernard Le Nen








domingo, 7 de enero de 2024





 Intento pintar la explosión original, pero si quisiera definir mi obra diría que es una danza, en realidad a veces creo que una bailarina la hace con la levedad de sus pies. Podría titular un cuadro: Impromptu de Isadora Duncan o Nijinsky... No obstante siempre he vinculado al hombre con la naturaleza, cuando pinté los volcanes en erupción tan sólo quería mostrar un estallido interior./ No puedo decir nada de mi pintura, porque el arte en general no me interesa. Creo que el hombre es un ser insignificante y pretencioso. Nada he pintado todavía que se pueda comparar con una hoja, con una bacteria. La pintura sólo tiene importancia para los críticos y para los mercaderes del arte, para los millonarios que la ostentan en sus salas; a mí sólo me importa la orientación, la rosa de los vientos del espíritu. Yo pinto para no olvidar el latido de mi corazón, el movimiento de las olas, las galaxias.../  He comenzado a desconfiar de mi obra desde cuando la empezaron a poner en las enciclopedias. Los museos generalmente cuelgan el arte domesticado, domeñado. Es triste ver amaestrada una obra que fue libre, observar al halcón regresando al brazo posándose sobre el guante de cuero de su amaestrador. No quiero figurar en la historia artística, ni en el mismo arte, sólo pretendo acostarme en la hierba para mirar las estrellas. Yo siempre he hablado de la libertad de la conciencia, de la sabiduría... Los profesores tratan de interpretarme, pretenden saber qué busco con mi pintura, pero lo único que quiero es ser parte de la mirada de algún extraviado, de alguien que se siente más solo que Adán.../ Un artista es una ventana, muestra lo que está detrás de las cuatro paredes, es como el cuadro que cuelga un preso para poder huir. Tal vez por esto pinto, intento aniquilar los muros con la idea de que alguien cautivo o afligido pueda volar. Nunca me ha interesado el reconocimiento y muchas veces he dicho que prefiero trabajar como artista póstumo. En Chile me quieren convertir en Gabriela Mistral y en muchas partes del mundo pretenden volverme un pintor famoso, petrificado; desean que mi imaginación se congele y que repita fórmulas o realice cuadros que la crítica pueda comprender; por eso siempre me distancio.


Roberto Matta


Psiquis anatómica, La doble organización del conocimiento, Marina Serrano




FETO (8)


Antes que yo, he sido esto

que cree

y se ha hecho cuerpo.

Desde el verdor que es centro

y me ocupa de lado a lado,

desde el blanco mate de mis palas metálicas,

esta carne marcada

por las desviaciones sutiles y prietas

de mis creencias.


Soy el hacedor

encadenado

que ocupa la totalidad del espacio.






________________________

8 Feto: del latín fētus, ŭs,/


Completo el brote, la extensión

es el atributo de los hijos,

ocupar la casa, las colonias,

hacerse gigante

hasta llover sobre todo.


/'ventregada, producto de un parte', "cría". De la misma raíz latina que fecundus y que femina, 'mujer'. Podría ser también un derivado de la raíz indoeuropea dhē(i), 'mamar'. En uso desde la antigüedad, documentado en español en textos médicos del s. XV, en francés en el s. XIV.



PIEL(15)


Se aprende más sobre la caprichosa anisotropía de la piel

quitándose del medio.

En la evitación del acto conclusivo, en el olvido molesto

de estar siempre presente, surge la manifestación

de las cualidades,

y al ser tocado se modifica lo invariante,

lo que parece firme.


En mesetas ancestrales se forman nuevas memorias.

A lo mortal, a lo que tiene el perfil de garras,

de piedra monumental, reacciona

universal, y al no ser

elegido que empalaga, sacia y genera

un repeler de ofidio, de animal que rechaza.


Por medio de la piel no debería despertarse

en mitad de la noche a los seres satisfechos,

a los que consolidan,

y menos con faneras

rozando como armas la destilación del día.




___________

15 Piel: del latín pell(em),/


El planeta azul, la copa de nuestra boda, la diosa, no existen

sin su forma,

sin polvos derivando por el plasma.

Múltiples estratos separan

a los seres que vuelan, costra de escamas,

y la sangre se deja fluir

en sus límites.

Lo que está más allá se representa

en la piel primera y más íntima,

plegada, en la placa gris. Luego blanca.

Espejo del espejo.


/'piel'., En uso desde latín arcaico sin interrupción; documentado en español en 1140. En anatomía se refiere a la cubierta exterior del cuerpo. Al tejido que reviste la superficie, cavidades y conductos del organismo se lo llama epitelio, que proviene del latín ephitelium, de griego ep(í)  ἐπί "sobre" más thēl - θηλήn en griego, 'pezón', 'tejido con formas apezonadas' más -iu(m) que en latín hace sustantivo. Su lengua base es el griego, y la palabra fue acuñada en 1703 en latín científico por F. Ruysch.



HUESOS (25)


La marcha, el hacer de la vida,

los lugares por donde se va, cambian y no.

El concierto de los ciclos

de los vertebrados, el viento, las manadas

atraviesan y el camino se vuelve sedimento

denso, rico. Y la continuación

necesaria de los pasos,

así como indiferente pasa ante muertos ajenos,

delante de los propios

huesos ya sin carne, limpios,

casi pulverizados, de nuestros padres,

llora y nos detiene

cada vez.


________

25 Hueso: del latín ossu(m),/


Consume volviendo sal y costra,

la sangre,

lo rígido del espíritu

cuyo mandato ribosómico es perdurar.

Divide el libro sagrado,

cada línea, cada norma, talla surcos y bordes,

es ley

y en cada ley

elige conservar

mayor o menor espacio

para lo que muta.


/'hueso'. Su raíz indoeuropea es osth- 'hueso' (sánscrito ásthi, avéstico, ast-, albanés astht-, hetita hâstai-, griego, οστούν, latín, os). En anatomía, cada una de las piezas duras que forman el esqueleto de los vertebrados. En botánica, parte dura y compacta en el centro de algunos frutos, como la aceituna, la guinda, el melocotón, etc., en la cual se contiene la semilla.


Marina Serrano, Psiquis anatómica, La doble organización del conocimiento, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2016.

Obra visual: Roberto Matta.







lunes, 1 de enero de 2024


Empezar a dibujar en este tipo de trabajo es como empezar a hablar. Cuando empezás a hablar no lo hacés en un lugar, lo hacés desde cualquier lado, el habla construye su lugar. La línea construye su estatuto a partir del momento en que aparece en el plano, el plano va a cambiar de un modo u otro en la medida en que vos ponés una primera línea que va a empezar a crecer y ponés la segunda y esa línea va a seguir hasta el momento en que yo me detengo, interrumpo ese primer tejido y me voy a la otra punta del cuadro y hago otro y así sucesivamente, voy haciendo una especie de islas que se van a ir interrelacionando paulatinamente. Ese tejido tiene que ser intrínsecamente afín y al mismo tiempo diverso. Pero no es la diversidad por la diversidad, porque si no es un patchwork, una antología de grafismos. Y si es demasiado uniforme es un tejido muerto. Entonces tiene que haber un balance entre la diversidad y la organicidad del asunto.

Podría decirte que hay obras que me gustan más que otras. En general me gustan más algunas que podríamos decir que son más “erróneas” en el sentido de una hipótesis de rumbo grafico a seguir. No creo en el error como algo en lo que te “equivocaste”, creo en la imperfección, el lenguaje grafico es siempre un desplazamiento, aquello que no es dicho, y hay siempre una ceremonia fastuosa para decir lo que no podés decir.

Lo saliente es el hecho de que en mis trabajos no puede encontrarse un punto defectuoso ni un punto virtuoso. Son más bien cuadros “fenoménicos”, puede quizás verse que en la superficie del cuadro algunas zonas hacen más o menos ruido en relación a otras.  A mí me interesa esa incomodidad. Ni la organicidad ni la coherencia tienen por qué ser la entrada principal al cuadro. También tiene que proponerse una dificultad, una situación conflictiva, una entrada a través de cierta incomodidad.

Eduardo Stupía


Puentes - Alicia Genovese



Puente Avellaneda, Pueyrredón

Puente Alsina cambiado el nombre

en los mapas,

por el mismo zanjón del Riachuelo

Puente la Noria. Pasajes

al otro lado de la ciudad;


no son postales congeladas

mis idas y vueltas

sino pigmentos tornadizos

como la capa de asfalto

El paso capturado y la mirada

en la misma

agua grasosa que no absorbe

el desecho químico. Amargor

que queda flotando en la superficie

como en el cuerpo

lo inasimilable


***


Hay un pozo imantador

en este cruce

de puentes suburbanos

que en cada pasada

me desvía

hacia tiempos suspendidos

como hacia un carril

de detención

Petróleo muerto, desgastes

erosión obsesiva

que no ha logrado disolver

cierta hora de niebla temprana

y cielo opaco para llegar

al sitio de los comienzos

Más allá, del otro lado

el viento para en los oídos

y empieza la gravedad, la filigrana

de pequeños actos perecederos

y su trazo enmarañado

Pero aún sobre el puente, suspensa

puedo asir del trayecto

el goce a futuro

de la expectativa,

ese rocío ensoñado que fue

siempre a escondidas, una forma

instantánea de felicidad


Napas geológicas de la memoria

en la napa oscura del río, mezcla

donde no llegan grandes obras

de saneamiento

y ninguna partida es concluyente


Manchas de brea y plomo

paisaje quemado que tiembla


***


Sobre estas plataformas

el tiempo se desata:

cercano el ayer, el futuro

se toca

y el espacio-tiempo del puente

es un punto estallante de carga y descarga,

grúas en el puerto,

armado y desarmado

de la misma figura:

camino en el aire, rocío ensoñado

hábitat incandescente

Puentes hacia el sur

volver es aprender

a acercarse al obstáculo


***


Le digo a mi hija

que me gustaba viajar

en los escalones altos del tren

al lado de las puertas,

un día

que la línea electrificada no funciona

y subimos a un adicional

de vagones en ruinas

¿Es a vapor? pregunta

y la locomotora se convierte

en una ilustración de enciclopedia


Herrumbre de vigas inclinadas

cuarenta y cinco grados, remaches

en los puentecitos,

tallas ásperas del ferrocarril

sur. La voz de Manal

en los setenta interrumpiendo 

el triste descampado;


algo me anuda

a mí 

como una caricia



Alicia Genovese, Puentes, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 2000.

Obra visual: Eduardo Stupía.