miércoles, 1 de enero de 2025

Lila Zemborain - Usted





Miro desde la barranca
una ventana que se abre oscura
hacia la casa
y pienso en qué episodios ocurren
en ese cuarto 
sabiendo que soy la que vive en ese cuarto
que ya no me pertenece

Estar sentada en la barranca de los perros
con miedo a ensuciarme
un miedo que no contemplaba
cuando el pasto era escenario
de encuentros de amor
que aún hoy se repiten
en esta barranca gigantesca
que mira hacia los plátanos
y vive resguardada
por los famosos gomeros de la ciudad

Me gustaba mirar ese mar de árboles
desde el altillo existencialista
Tenía extrañas visiones de los eucaliptus
como formas milenarias
que son parte del planeta
y sentía una percepción de lo sagrado
que hoy sería ecología

Tener esa ilusión de que se va a cambiar algo
que se está cambiando algo
y después resulta que sí
que algo cambia
después de años
de estar sumergida en una masa de inercia
casi imposible

Vendrán las hijas de mis amigas
a la plaza del barrio 
y a lo mejor pensarán 
qué sucia está esta plaza

Y en el mejor de los casos
vendrán a besarse con sus novios
bajo las ramas protectoras del gomero

O se acostarán en el pasto
a tomar sol con sus amigas


***

Sus manos

En la caída final sus manos se deshacen contra el piso y sabe que esas manos no han podido luchar por todo lo que se les ha escapado de las manos. Esas manos nada, nada han podido retener. Ni siquiera en el momento del salto al vacío. ¿Quién tira? ¿Quién salta? ¿Quién cae? Sólo queda el encuentro de las manos y el vacío. Pero el vacío termina cuando llega al suelo. Si el pozo fuera sin fin y la caída infinita no habría manos rotas. Pero sí. Hay manos rotas. Manos que supieron tocar. Manos que supieron acariciar. Manos que supieron aferrar.

***

Mi padre se lava la cara con la esponja
se enjuaga el jabón
y en ese acto mecánico
cotidiano
es todos los que fue
todos los que será
y todos lo que no volverá a ser

***

Vivo con los restos de lo que fue

Son restos 
Son mortales

Se desintegran
Se diluyen

Ya no hay extrañeza

Ni fantasma


Lila Zemborain, Usted, Ediciones Último Reino, Nueva York, 1998.

Obra visual: Henri Matisse






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