lunes, 10 de octubre de 2022

El cántaro - Beatriz Vallejos

 




Mamá teje


Sólo existen tus manos,

la hebra que trae, a cadencias

el murmullo de un dialecto lejano.

Más allá del mar.


Al pie de la mecedora,

con la muñeca de ojos fijos

viajo contigo en tu ovillo.


Yo que soy una flor

en tus laderas de esmeralda

entiendo mirándote

el lenguaje de la bruma



***


Quise bordar


Quise bordar

una corola

la corola fue pájaro


quise bordar mi corazón 

y regresó el pájaro

a llevarse las hebras


Beatriz Vallejos, El cántaro, Ediciones en danza, Buenos Aires, 2001

Obra visual: Beatriz Vallejos



La sombra de la mano - Selva Dipasquale




En el centro de la flor

en el centro

de la sombra de la mano

brilla exacta

la yema del tiempo.




Selva Dipasquale, La sombra de la mano, Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2014.

Fotografía: Shomei Tomatsu


Pocas probabilidades de lluvia - Fabián Iriarte

 




TODO PARECE



Todo parece estar dispuesto

de manera precaria, todo parece

pender de un hilo, como el destino

de los héroes. Depender de un detalle

o de una voluntad dada al capricho,

lo opuesto de lo férreo, todo

como para no durar demasiado, demasiado

poco, me parece, te parece,

armado o estructurado o atado

con hilos lábiles, "con alambre",

tal la expresión argentina,

con delgadas convicciones

dicho todo, desdicho, deshecho

como los desechos acarreados

por una lluvia espesa, ruidosa

primero y luego fina, también

precaria como 

todo eso que nos parece.


Fabián O. Iriarte, Pocas probabilidades de lluvia, El jardín de las delicias, Buenos Aires, 2021. 

Obra visual: Juan Del Prete




El ojo - Alberto Girri



CUANDO LA IDEA DEL YO SE ALEJA





DE LO QUE VA ADELANTE

y de lo que sigue atrás,

de lo que dura y de lo que cae,

me deshago,

abandonado quedo

del fuerte soplo,

del suave viento,

y quieto, las espaldas

apoyo en el suelo,

vueltas las manos hacia arriba,

corazón

abjurando de armas, faltas, 

de oraciones donde borrar las faltas,

blando organismo, entidad

que ignora cómo decir: "Yo soy",

y en la que enfermedad y muerte,

vejez y nacimiento,

ya no encontrarán lugar,

como no lo encontraría el tigre

para meter su garra,

el rinoceronte el cuerno,

la espada su filo.


Antes hacía, ahora comprendo.




Alberto Girri, El ojo, Editorial Losada, Buenos Aires, 1964.

Obra visual: Manuel Mendive