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martes, 14 de marzo de 2023


Yo siempre he dicho que lo que tiene que hacer un artista es no dejar de hacer, aunque sea solo una obra al año; de todos modos un artista sin producir tiene muchos altibajos en su genio. Es crear poco a poco, como una técnica para evitar la saturación creativa. Yo trabajo a largo plazo de manera constante, siempre se tiene que estar haciendo algo. Trabajo grabado porque me permite que, si me canso hago xilografía; si me canso de ella paso a serigrafía o litografía, por ejemplo... 

El proceso de una litografía generalmente varía dependiendo del artista o de si se hace con el equipo especial, pero suele tener pasos en común.  Primeramente, se realiza el dibujo sobre una piedra lo cual puede llevar entre uno o dos semanas. Tras esto, la grasa del dibujo actúa sobre la piedra y se hace un compuesto oleofílico que absorbe aceites rápidamente. La goma o miel se junta con las gotas de ácido nítrico o gotas de limón, donde actúan sobre los blancos de la piedra, o sea, el dibujo. La unión de estos líquidos fija una estructura llamada: goma adherida que recibe el agua que pronto será esparcida. El proceso continúa después de que se humedece la piedra y se esparce el rodillo con tinta. Es ahí donde las zonas húmedas rechazan la tinta y zonas de dibujo recogen la tinta. Finalmente, se procede con la impresión, la cual si se cuenta con una prensa especial permite sacar entre 10 y 15 copias por hora. 

(Alberto Murillo Herrera)


domingo, 26 de febrero de 2023

Poesía completa - Amelia Biagioni




Canción de carpintero


No quiero más tu reino,

madera muerta.

Le pondré al bosque vivo

su fresca puerta.


Me esperan en las islas

del mapa entero,

para afeitar los cocos

del cocotero.


No iré. Prefiero el bosque,

sus infinitos,

su taller alumbrado

con pajaritos.


Empuño en la espesura

del bosque verde,

un silbo, no el serrucho

que ladra y muerde.


Y en el cerro que abre

su gran sombrilla

taladro el agujero

para la ardilla.


No me encarguen ropero,

silla ni mesa;

hago el corazoncito

de la cereza.


Y además, cofrecillos

de doce meses

para las avellanas,

para las nueces.


Con la palabra "tiempo",

que no me engaña,

hago y lustro el abrigo

de la castaña.


Recorto en la mirada

del ciervo fino,

un sueño de madera:

la flor del pino.


Me hundo en el bosque verde

y en su violín.

Adiós, viruta loca,

triste aserrín.


Amelia Biagioni,  Poesía completa, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2009.


Obra visual: Alberto Murillo Herrera.