lunes, 28 de marzo de 2022
El balcón, seis relatos magistrales - Felisberto Hernández
domingo, 10 de octubre de 2021
El hombre linterna - Donald Schenkler
MENDIGOS
De noche los robles
se apiñan alrededor de las ventanas
en busca de luz.
Cuando soplamos nuestras lámparas
ellos miran las estrellas.
***
BEGGARS
Nights the oaks
crowd around the windows
for light.
When we have blown out the lamps
they watch the stars.
Donald Schenker, El hombre linterna, Ediciones Recovecos, Córdoba, 2012.
Traducción: Jorge Luján
Obra visual: Philippe Baudelocque
jueves, 20 de mayo de 2021
Mi trabajo es ordenar armoniosamente en el lienzo la caótica realidad, reflejar el alma del hombre que quiere regresar al paraíso perdido del que salió. Por eso intento involucionar hacia los orígenes, hacia las formas primitivas y esenciales con un lenguaje mínimo, donde el concepto de vacío oriental esté presente.
miércoles, 19 de mayo de 2021
Ciervas - Andrea Testarmata
XXXVIII
Los ciervos machos
son bastante cobardes
ante el peligro
huyen por su cuenta
mientras las hembras
se disgregan ordenadamente:
el matriarcado animal
siempre se organiza.
sábado, 8 de mayo de 2021
Apuntes de naturaleza humana - Laura Fuksman
Laura Fuskman, Apuntes de Naturaleza Humana, Halley Ediciones, Buenos Aires, 2021.
lunes, 26 de abril de 2021
Cuando trabajo no soy consciente de lo que estoy haciendo. Solamente después de un tiempo de lo que se puede llamar familiarización veo lo que he estado haciendo. No temo hacer cambios, destruir la imagen,… porque el cuadro tiene vida propia. Lo que intento es que surja esa vida. Si pierdo el contacto con el cuadro, el resultado es desastroso. De lo contrario es armonía pura, un sencillo toma y daca, y la pintura sale bien. (Jackson Pollock)
El arte de narrar - Juan José Saer
ENCUENTRO EN LA PUERTA DEL
SUPERMERCADO
LA HIJA:
Sí, pero no debiste mandarme esta
mañana. No
debiste. Mis días, todos iguales,
no han debido, inesperadamente,
ser divididos, y para
siempre, por esa
herida. Aunque desde el lugar en
donde estás -la madurez-
se sepa que alguna vez, una
mañana, en el espejo
de todos los días ya no se es, oh
cambios, el mismo.
Ya no se es el que se era ni el
que se creía ser sino otro.
Los años han de parecer, desde
donde estás, cicatrices,
y el tiempo un cuchillo.
Pero si esta mañana, en el interior
del invierno, yo hubiese, por lo
menos,
entre los monoblocs, en el aire
gris, encontrado a alguien
que me hubiese llevado, como
otras veces, a tomar un café,
ahora que hemos terminado de
cenar,
que papá trabaja en su despacho
olvidado de nosotras,
yo iría tranquilamente a mirar la
televisión
sin la intuición de otro mundo o
de otros mundos.
LA MADRE
¿Qué mundos, si se puede saber,
se han de intuir de la simple
mirada
de un extranjero? ¿De un hombre
de treinta años
parado una mañana contra la
puerta transparente
del supermercado que, viéndote
llegar,
se fija, por un momento, en tus
ojos,
llevado, seguramente, por la
inercia de la mirada,
de los ojos acostumbrados a errar
y a rebotar
contra una muchedumbre de piedra?
Has de haber tenido,
anoche, un sueño rápido, sin
recuerdos, cuya memoria,
después, tembló un momento, sin
florecer, en la mirada
del extranjero, una de esas
asociaciones
en la que uno mismo, y no lo que
se mira
es, en realidad, lo familiar. Y
está también la turbación
que la mirada de un hombre de
treinta años, hermoso,
como una ráfaga oscura, siembra
en una criatura que pisa,
por primera vez, el país del
amor.
LA HIJA:
Sí, pero no era hermoso. Y no
debiste, esta mañana,
mandarme. No debiste.
LA MADRE:
Por otra parte, ¿de dónde puede
venir
un extranjero, como no sea del
desierto?
El otro o los otros mundos que se
vislumbran, a veces,
en las miradas ajenas son, para
el que las vive desde adentro,
desiertos. Una llanura blanca, o
gris, o amarilla, o negra,
idéntica a sí misma en cada
punto, y en la totalidad,
donde no crece, a partir de
cierta altura, ni siquiera
el horror. No, has tenido un
sueño,
ni malo ni bueno,
un sueño dentro de un sueño
del que no se despierta más que
para caer
en otro más grande, y en el
interior de todo eso
no hay ninguna
realidad.
Una mirada no puede
revelar nada, porque no hay nada,
pero nada, que revelar.
Y nuestras lágrimas
salen del ojo mismo, por
compulsión:
ninguna fuente las alimenta.
Ahora iremos juntas a mirar la
televisión
y en un momento dado nos
preguntaremos,
como todas las noches, en qué
somos nosotras
más reales que esas sombras
para las que ya todo, en un antes improbable,
pasó.
Y si nos asomáramos, por un
momento, al balcón,
¿diríamos acaso que esas hileras
de ventanas iluminadas,
todas iguales, y esas luces allá
abajo, en hermandad con
nuestros
recuerdos, son lo que creemos que
debe ser, y lo que llamamos,
un mundo? No, nadie puede
despertarse, porque no hay
ninguna mañana a cuyo sol
despertar.
LA HIJA:
Sí, pero no debiste mandarme. No
debiste. Lo otro, de
golpe,
se me reveló, como otro,
simplemente,
sin ningún paraíso, más adelante,
o, si se quiere, más atrás.
Lo otro, más hiriente
que un golpe en plena cara, que
una pared
destellando en la orfandad del
verano. No debiste,
no mandarme, mamá, porque se me
han cerrado,
desde esta mañana, las puertas,
endebles, de lo conocido,
que una vibración, fragilísima,
puede, inesperadamente,
abatir.
Ya nunca seré la que fui. Me
esperan
años de duda, de miedo, de
irrealidad,
la tentación, probablemente, de
la noche,
la muchedumbre del insomnio, el
vacío.
Y ustedes, mi padre como mi
madre, mis hermanos,
bocas que comen, a su manera, mi
vida,
se perderán, desde ahora, en una
suerte de niebla o de lluvia
muda, por los siglos de los
siglos. No
debiste mandarme, no, no debiste.
Porque
en la puerta del supermercado,
por encima del ruido de las
registradoras,
en el invierno liso y monótono,
en la selva del hambre, incurable
y ancestral,
esos ojos, aunque guardaran, en
el revés, el desierto,
me mostraron, enteramente, y por
un momento
la red de nuestra prisión.
sábado, 20 de marzo de 2021
José Cuneo Perinetti
...el color ante todo y sobre todo; pero como hay muchas maneras de entender el color, quiero hacer notar que el que yo prefiero es el color casi puro y brillante, tal como sale de los tubos. Puede que más adelante me aficione a la infinita variedad de los grises coloreados a los que por ahora sólo creo capaces de vestir una construcción a base de claro-oscuro... (José Cuneo Perinetti)
Medianoche en la plaza de los sueños y otros poemas - Andrés Bohoslavsky
Poesía en el lado oscuro de la luna
Cuando llegué a la luna, abrí mi valija y saqué las pocas cosas
que necesitaba para pasar esos días
creyendo que podían convertirse
en una buena oportunidad para hacer cosas postergadas:
el libro de Chéjov sin terminar
el álbum de todos que no miraba hace tiempo
el avioncito para armar que mi padre me había traído
de uno de sus viajes
y yo dejé sin tocar desde mi niñez, el cubo de Rubik
para intentar resolverlo y un cuaderno para escribir poesía.
Ahora que volví a la tierra veo a todos estos objetos
junto a mí, en el banco de siempre en la plaza
el libro de Chéjov, el álbum de fotos, el avioncito armado
y el cubo de Rubik sin sin resolver.
Estaban todos, salvo el cuaderno que olvidé
en su única pregunta escrita hay un poema
que ahora gravita sobre un cráter
en el lado oscuro de la luna.
Andrés Bohoslavsky, Medianoche en la plaza de los sueños y otros poemas, Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2021.
sábado, 2 de enero de 2021