sábado, 15 de abril de 2023



Dibujar fue para mí un proceso lento y laborioso, que se inició hacia 1955 cuando comencé a escribir sobre exposiciones de arte para periódicos de Caracas. Me parecía que si practicaba el dibujo, yo mismo, podía llegar a una más rápida comprensión del impulso que lleva a los artistas a dibujar y pintar, dado que el impulso de dibujar es lo primero que como necesidad expresiva se presenta en los artistas.

Cuando se escribe a mano la escritura se vuelve corporal, se transforma en materia, entonces comienzas a ver el interior de las formas y lo que para la lectura son signos deviene imágenes y volúmenes planos. No he podido escapar a esta obsesión de ver en la escritura formas humanas. Todo lo que hago está signado por el arriba y el abajo de las dos dimensiones del soporte plano. Debe ser porque la bidimensionalidad es lo único real en una superficie que se desarrolla delante de usted como una lámina, sea pintura o dibujo.

...lo gestual es una pulsión caligráfica ampliada y, en sentido contrario, la caligrafía es una gestualización mínima. Eso lo saben los muralistas y los calígrafos chinos. El gesto es lenguaje expresivo condensado y su sentido viene dado por la forma, no por el contenido de la imagen... Pero en el buen dibujo lo importante es la intensidad del trazo y la velocidad con que se logra, de modo que lo expresivo de él resulta de las tensiones de los signos y de la relación de éstos con el espacio blanco del soporte. Una simple pulsión, un simple rasgo, ya son suficientemente expresivos.


Juan Calzadilla


Poética

 


La poesía no debe diferenciarse del conocimiento de las cosas más que por el giro elusivo con que se trata de expresar el sentimiento de la experiencia. Pues en el fondo ella también se orienta al conocimiento de las cosas, pero a través de un rodeo que, como los ríos sinuosos, va acrecentando su curso.


Juan Calzadilla (Altagracia de Orituco,  Venezuela, 1930), Antología mínima, Selección de Daniel Samoilovich y D. G Helder, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1995.


Obra visual: Juan Calzadilla






martes, 14 de marzo de 2023




Mis obras son frágiles, algunas veces cambian. Creo en la fluidez. Para mí es importante que cambien y descubrí que el heno es bueno para eso…El color me interesa más como otro material que tiene significado, no como una ilusión. El material es en realidad el espíritu.

Cuando una estrella explota todo el material va al cosmos, y luego un día será recompuesto. Será otra estrella, por eso guardo todos los restos de mis cuadros en cajas…

Las ruinas para mí son símbolos de un comienzo. Con los escombros puedes construir nuevas ideas.

No pinto porque el lienzo esté vacío. Comienzo a pintar porque he tenido una experiencia muy fuerte. Cuando estoy abrumado por algo que me mueve, algo que es más grande que yo. Puede ser una experiencia real con una persona, un paisaje, una pieza musical o un poema. Si realmente estoy sorprendido por algo, tengo que actuar en consecuencia porque me sobrepasa. Los críticos siempre dicen que mi objetivo es abrumar, pero en realidad, yo soy el que está abrumado. Eso es lo que sucede cuando creo. Si no te sientes abrumado, ¿por qué estás vivo? De lo contrario, no hay ninguna razón para estar aquí.

Trabajo con símbolos que vinculan nuestra conciencia con el pasado. Los símbolos crean una especie de continuidad simultánea y recordamos nuestros orígenes. 

Mis escritos son para mí una forma de recordar. Lo nuevo surge de la memoria.

Anselm Kiefer





A lo mejor hay algún momento del trabajo que disfruto, pero en general el trabajo no es un disfrute. A mí me cuesta mucho empezar a trabajar porque sé que me puedo estar metiendo en un molde donde me será muy difícil salir. Por mi inconformidad, por mi autocrítica, porque a veces siento que ya he hecho todo lo que tenía que hacer,

...estoy un poco decepcionado. En algún momento pensé que en la pintura podría encontrar mi alma o algo bueno, que pudiera ser un medio para encontrar una identidad, y en el fondo creo que no encontré nada o que encontré poco. Desde el principio hice mucho hincapié en los mitos del pueblo, en las leyendas, usando títulos en zapoteco o viajando por la zona de donde somos buscando colorantes naturales. Le di mucha importancia a esta parte de mi discurso, pero no creo que se pueda decir que la pintura es eso. Es eso pero es algo más, y a lo mejor me quedé nada más en el puro discurso de la identidad y le di menos importancia a la plástica… Ay, no sé, ahora se me ocurre decirlo así, pero a lo mejor me equivoco.

Francisco Toledo




Yo siempre he dicho que lo que tiene que hacer un artista es no dejar de hacer, aunque sea solo una obra al año; de todos modos un artista sin producir tiene muchos altibajos en su genio. Es crear poco a poco, como una técnica para evitar la saturación creativa. Yo trabajo a largo plazo de manera constante, siempre se tiene que estar haciendo algo. Trabajo grabado porque me permite que, si me canso hago xilografía; si me canso de ella paso a serigrafía o litografía, por ejemplo... 

El proceso de una litografía generalmente varía dependiendo del artista o de si se hace con el equipo especial, pero suele tener pasos en común.  Primeramente, se realiza el dibujo sobre una piedra lo cual puede llevar entre uno o dos semanas. Tras esto, la grasa del dibujo actúa sobre la piedra y se hace un compuesto oleofílico que absorbe aceites rápidamente. La goma o miel se junta con las gotas de ácido nítrico o gotas de limón, donde actúan sobre los blancos de la piedra, o sea, el dibujo. La unión de estos líquidos fija una estructura llamada: goma adherida que recibe el agua que pronto será esparcida. El proceso continúa después de que se humedece la piedra y se esparce el rodillo con tinta. Es ahí donde las zonas húmedas rechazan la tinta y zonas de dibujo recogen la tinta. Finalmente, se procede con la impresión, la cual si se cuenta con una prensa especial permite sacar entre 10 y 15 copias por hora. 

(Alberto Murillo Herrera)


domingo, 26 de febrero de 2023

Más que un yo - Reyna Domínguez

 





ANOTACIONES


          6


No me importaría durar

lo que una mariposa

24 horas

o 12

una sola noche

una madreselva, una aturdida tarde

una vez

en la que sin comer ni beber

alcance a cazar

al vuelo

una palabra perfecta.



Reyna Domínguez, Más que un yo, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 2001.


Obra visual: Anselm Kiefer





Obra poética - Joaquín O. Gianuzzi

 




El sapo


Al pie del agua de un verde inmóvil

había un sapo que dulcemente vi

hace tiempo, en un verano,

y su forma contenía un posible mundo

desconocido, quizás semejante

a los vastos cielos de diciembre.

Pero el cielo mismo no se comprende en absoluto.

Estaba allí, reposado en la placidez

de su propia y espesa materia palpitante,

sensato como todas las cosas

que desde su centro aguardan

la disolución de sí mismas.

Me detuve y logré

alcanzar sus ojos con los míos

y pensé que, sin duda,

la perplejidad de ser estaba superada.

Consideré inútil otro 

conocimiento. El sapo alcanzaba

una región más vasta, 

no extraña precisamente sino 

ajena, una manera

de sobrevivir lo exactamente necesario.

Precipitado, aventurado a la existencia,

como un sapo simplemente, más allá

de la belleza

que da paz y enloquece a los hombres 

el único significado de todo eso

era la tranquila complacencia

de la húmeda piel verdosa,

vistiendo a un dios obstinado

en la razón secreta de sí mismo

Me inundó un colmado sosiego

y desmentí

la náusea y la muchedumbre de sabios

que desde Thales de Mileto

inclinan hacia el error

el tumulto precipitado bajo la frente.

Ante ese vaga fatiga

permanecía idéntico a sí mismo

e infatigable además

el sapo que dulcemente vi

hace tiempo, en un verano.


Joaquín O. Giannuzzi, Obra Poética, Emecé, Buenos Aires, 2000.


Obra visual: Francisco Toledo



Poesía completa - Amelia Biagioni




Canción de carpintero


No quiero más tu reino,

madera muerta.

Le pondré al bosque vivo

su fresca puerta.


Me esperan en las islas

del mapa entero,

para afeitar los cocos

del cocotero.


No iré. Prefiero el bosque,

sus infinitos,

su taller alumbrado

con pajaritos.


Empuño en la espesura

del bosque verde,

un silbo, no el serrucho

que ladra y muerde.


Y en el cerro que abre

su gran sombrilla

taladro el agujero

para la ardilla.


No me encarguen ropero,

silla ni mesa;

hago el corazoncito

de la cereza.


Y además, cofrecillos

de doce meses

para las avellanas,

para las nueces.


Con la palabra "tiempo",

que no me engaña,

hago y lustro el abrigo

de la castaña.


Recorto en la mirada

del ciervo fino,

un sueño de madera:

la flor del pino.


Me hundo en el bosque verde

y en su violín.

Adiós, viruta loca,

triste aserrín.


Amelia Biagioni,  Poesía completa, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2009.


Obra visual: Alberto Murillo Herrera.




lunes, 10 de octubre de 2022

El cántaro - Beatriz Vallejos

 




Mamá teje


Sólo existen tus manos,

la hebra que trae, a cadencias

el murmullo de un dialecto lejano.

Más allá del mar.


Al pie de la mecedora,

con la muñeca de ojos fijos

viajo contigo en tu ovillo.


Yo que soy una flor

en tus laderas de esmeralda

entiendo mirándote

el lenguaje de la bruma



***


Quise bordar


Quise bordar

una corola

la corola fue pájaro


quise bordar mi corazón 

y regresó el pájaro

a llevarse las hebras


Beatriz Vallejos, El cántaro, Ediciones en danza, Buenos Aires, 2001

Obra visual: Beatriz Vallejos



La sombra de la mano - Selva Dipasquale




En el centro de la flor

en el centro

de la sombra de la mano

brilla exacta

la yema del tiempo.




Selva Dipasquale, La sombra de la mano, Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2014.

Fotografía: Shomei Tomatsu


Pocas probabilidades de lluvia - Fabián Iriarte

 




TODO PARECE



Todo parece estar dispuesto

de manera precaria, todo parece

pender de un hilo, como el destino

de los héroes. Depender de un detalle

o de una voluntad dada al capricho,

lo opuesto de lo férreo, todo

como para no durar demasiado, demasiado

poco, me parece, te parece,

armado o estructurado o atado

con hilos lábiles, "con alambre",

tal la expresión argentina,

con delgadas convicciones

dicho todo, desdicho, deshecho

como los desechos acarreados

por una lluvia espesa, ruidosa

primero y luego fina, también

precaria como 

todo eso que nos parece.


Fabián O. Iriarte, Pocas probabilidades de lluvia, El jardín de las delicias, Buenos Aires, 2021. 

Obra visual: Juan Del Prete




El ojo - Alberto Girri



CUANDO LA IDEA DEL YO SE ALEJA





DE LO QUE VA ADELANTE

y de lo que sigue atrás,

de lo que dura y de lo que cae,

me deshago,

abandonado quedo

del fuerte soplo,

del suave viento,

y quieto, las espaldas

apoyo en el suelo,

vueltas las manos hacia arriba,

corazón

abjurando de armas, faltas, 

de oraciones donde borrar las faltas,

blando organismo, entidad

que ignora cómo decir: "Yo soy",

y en la que enfermedad y muerte,

vejez y nacimiento,

ya no encontrarán lugar,

como no lo encontraría el tigre

para meter su garra,

el rinoceronte el cuerno,

la espada su filo.


Antes hacía, ahora comprendo.




Alberto Girri, El ojo, Editorial Losada, Buenos Aires, 1964.

Obra visual: Manuel Mendive


domingo, 17 de julio de 2022

Esbozos y representaciones - Jonio González




CARTA A RICARDO REIS


las palabras nunca son

del tamaño de las cosas

¿o deberían serlo?

¿debería el cielo entrar

en la palabra cielo?

el nombre designa

aquello que traiciona

lo que se nombra es un residuo

la radical extrañeza de la reducción

un pacto

entre lo visto y lo oído

un modo de relatar la realidad

por similitudes

por aproximaciones

por cuanto a pesar

de la aceptación de los signos

queda

al margen



Jonio González, Esbozos y representaciones, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2022. 

Obra visual: Luis Felipe Noé.