Finalmente llegué a considerar los colores como fuerzas que se deben combinar según lo dicte la inspiración. Los colores pueden transformarse por relación; un negro se convierte en rojo-negro cuando se lo pone al lado de un color más bien frío como el azul de Prusia, azul-negro si se lo pone al lado de un color que tiene una base extremadamente cálida: el naranja, por ejemplo. A partir de ese momento, comencé a trabajar con una paleta especialmente compuesta para cada cuadro mientras trabajaba en él, lo que significaba que podía eliminar uno de los colores primordiales, como un rojo o un amarillo o un azul, de mi cuadro. Y va directamente en contra de la teoría neoimpresionista, que se basa en la mezcla óptica y las restricciones de color , cada color tiene su reacción. Por ejemplo: si hay rojo, tiene que haber un verde... En un cuadro, las reacciones de color neoimpresionistas implican dominantes. Estas dominantes crean reacciones, pero tienen que seguir siendo dominantes... En términos de intensidad, mis reacciones no están subordinadas a las dominantes, están al mismo nivel... Todos los colores cantan juntos; su fuerza está determinada por las necesidades del coro. Es como un acorde musical. (Henri Matisse)
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jueves, 16 de enero de 2025
miércoles, 1 de enero de 2025
Lila Zemborain - Usted
Miro desde la barranca
una ventana que se abre oscura
hacia la casa
y pienso en qué episodios ocurren
en ese cuarto
sabiendo que soy la que vive en ese cuarto
que ya no me pertenece
Estar sentada en la barranca de los perros
con miedo a ensuciarme
un miedo que no contemplaba
cuando el pasto era escenario
de encuentros de amor
que aún hoy se repiten
en esta barranca gigantesca
que mira hacia los plátanos
y vive resguardada
por los famosos gomeros de la ciudad
Me gustaba mirar ese mar de árboles
desde el altillo existencialista
Tenía extrañas visiones de los eucaliptus
como formas milenarias
que son parte del planeta
y sentía una percepción de lo sagrado
que hoy sería ecología
Tener esa ilusión de que se va a cambiar algo
que se está cambiando algo
y después resulta que sí
que algo cambia
después de años
de estar sumergida en una masa de inercia
casi imposible
Vendrán las hijas de mis amigas
a la plaza del barrio
y a lo mejor pensarán
qué sucia está esta plaza
Y en el mejor de los casos
vendrán a besarse con sus novios
bajo las ramas protectoras del gomero
O se acostarán en el pasto
a tomar sol con sus amigas
***
Sus manos
En la caída final sus manos se deshacen contra el piso y sabe que esas manos no han podido luchar por todo lo que se les ha escapado de las manos. Esas manos nada, nada han podido retener. Ni siquiera en el momento del salto al vacío. ¿Quién tira? ¿Quién salta? ¿Quién cae? Sólo queda el encuentro de las manos y el vacío. Pero el vacío termina cuando llega al suelo. Si el pozo fuera sin fin y la caída infinita no habría manos rotas. Pero sí. Hay manos rotas. Manos que supieron tocar. Manos que supieron acariciar. Manos que supieron aferrar.
***
Mi padre se lava la cara con la esponja
se enjuaga el jabón
y en ese acto mecánico
cotidiano
es todos los que fue
todos los que será
y todos lo que no volverá a ser
***
Vivo con los restos de lo que fue
Son restos
Son mortales
Se desintegran
Se diluyen
Ya no hay extrañeza
Ni fantasma
Lila Zemborain, Usted, Ediciones Último Reino, Nueva York, 1998.
Obra visual: Henri Matisse
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